El turismo no existe
Como sector, quiero decir. Si he aprendido algo después de tantos años dedicados al turismo es que no se trata de un sector, sino de una confluencia de sectores muy variados. Reducir el sector del turismo a la hostelería es un gran error, sobre todo en Barcelona, que si se ha convertido en un destino de éxito global no ha sido sólo por su parque de alojamientos turísticos, sino por una feliz combinación de espacio y estilo de vida, tradición y modernidad, seny i rauxa, a lo largo de una historia milenaria.
Es decir, gracias a su cultura, que fue eficazmente proyectada en el mundo con la emotiva explosión de orgullo ciudadano y la gran campaña de comunicación global que representaron los Juegos Olímpicos del año 1992.
Está claro que el sector de la hostelería, con su calidad y profesionalidad indiscutible, ha sido clave para acoger a los turistas que nos visitan y potenciar su experiencia en la ciudad, pero sin sectores como el transporte, el comercio, la gastronomía,los deportes, la cultura, los acontecimientos, el ocio nocturno, las universidades, la salud, las ferias, los congresos, las finanzas, las telecomunicaciones y sin servicios públicos de calidad (movilidad, seguridad, limpieza, sanidad….), los hoteles de Barcelona estarían vacíos.
En otras palabras, cuando hablamos de sector turístico estamos hablando de prácticamente todos los sectores que conforman la sociedad. Solucionar los efectos no deseados del turismo, que no son pocos, es, por lo tanto, una tarea necesariamente colectiva.
EL TURISTA ES UN CIUDADANO TEMPORAL, CON DERECHOS Y DEBERES
Otra cosa que también he aprendido es que en las capitales globales, como Barcelona, la frontera entre el ciudadano y el turista es cada vez más difusa y sutil. Hay turistas que se reconocen a primera vista, pero hay otros que no sólo no lo parecen, sino que estaríamos encantados de que fueran nuestro vecino –o vecina– de rellano. La Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT) define como turista a aquella persona que pasa entre un día y un año en un destino determinado.
Un turista puede estar haciendo cola en la Sagrada Família, surfeando en la Barceloneta, tomando el vermut en un bar del Poble Sec, compitiendo en un festival de cortometrajes, corriendo por la carretera de las Aigües, viendo un partido del Barça, comprando alpargatas en Sants, colaborando con una ONG, participando en una startup, visitando a un familiar en el hospital, escuchando un concierto en el Palau de la Música, bailando en el Sónar, cogiendo el metro hacia Nou Barris o estudiando en la universidad. Incluso podría ser la misma persona. Solucionar los efectos no deseados del turismo,que son importantes, pasa por considerar al turista como un ciudadano, temporal, con derechos y deberes.
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Joan Manuel Ribera es consultor y redactaó el Pla Estratègic de Turisme de Catalunya